No pude despedirme
Lloraba desde el otro lado del teléfono y a duras penas alcanzaba a decir unas palabras ahogadas entre recuerdos, impotencia y dolor.
Yo solo escuchaba, era mi única forma de acompañarla en estas circunstancias y es que el covid se ha llevado implacablemente vidas sensibles y no ha dejado tiempo ni para pronunciar el último “gracias, adiós”, ni para tomar de la mano a esa persona amada, ni para darle un beso en la frente de despedida, ni para llenarse de lágrimas escogidas. Todo es rápido, más rápido que el avance de la tecnología y la información…